lunes, 12 de julio de 2010

Si quieres vivir una aventura...

Antigua Guatemala
Marimba "Reina de la Selva" en Guatemala City

bote de color rosa en Amsterdam (pink boat in Amsterdam)


bicicletas en Amsterdam (bikes in Amsterdam)

Todo empezó cuando el miércoles 30 de junio 2010, al amanecer salí de casa con mi mochila de 21 kilos y aún más recuerdos en mi bolsillo. Junto con mi mamá fuimos en coche al lugar donde un rato más tarde me iba a subir a un bus pequeño con destino a Berlin Tegel. Las últimas palabras de despedida, el último abrazo...Todavía con un poco de sueño miraba por la ventana como si estuviera viendo una película sobre los paisajes más bonitos de Polonia. Todo disfrazado de color verde, mi favorito. En nuestro camino a Alemania logramos pasar de largo un tráfico enorme en Swiebodzin y aunque con mucho retraso y preocupación por estar tarde en el aeropuerto, seguimos nuestra ruta. Por fin llegamos. Me metí en una cola que parecía más larga que aquellas que se hacían para comprar cualquier cosa en los tiempos de comunismo en Polonia. Pero valió la pena esperar tanto para poder de nuevo ver el mundo desde arriba y tener el cielo a mi alcance. El destino quería que llegara a Amsterdam demasiado tarde como para tomar mi vuelo a Mexico City. Tuve que pasar la noche en la ciudad de bicicletas para poder meterme en el avión con destino a Panamá City el día siguiente. La idea me pareció genial porque nunca antes había estado en la capital de Holanda. Las líneas aéreas me ofrecieron una habitación con una cama grandísima, una de esas en las que pueden caber al menos tres personas, en uno de los hoteles en las orillas de la ciudad. Para no perder ni un minuto de mi tiempo fui a guiriar. (En este preciso momento debería explicar a mis lectores y a la traductora de mi blog del español al polaco, Aneta, el significado de esta palabra.

GUIRIAR = la palabra que uso frequentemente desde que empecé a vivir en España en mayo 2008 para describir una acción de comportarme como una turista de sangre pura; caminar con mi mejor amiga - cámara de fotos - por las carreteras, calles y callejones e intentar sacar de ellos lo más bonito para poder acordarme de todos aquellos bellos momentos que pasé en esos lugares, en cuanto dentro de cincuenta años esté una abuelita sentada en un sillón.
GUIRI = en el vocabulario de los españoles: un turista extranjero.

Aneta, creo que éste es un párrafo perfecto para decirte MUCHAS GRACIAS por tu ayuda con la traducción. Sin tí:
1. tendría que pasar mucho tiempo más en las internet cafés de Guatemala traduciéndolo todo al polaco sola;
2. o mi blog estaría disponible sólo para aquellos que entienden el idioma español. (En aquel caso estoy segura que algunos me matarían con sangre fría :P)

Pero...volviendo a Amsterdam. A pesar de que caminé por sus calles sólo un par de horas, era lo suficiente para decir que me gustó. En muchos sentidos se parece a Barcelona aunque le falta un toque de genio Gaudí. No sin razones la llaman la ciudad de las bicicletas. Se las puede ver por todos los lados, adornadas con flores de plástico o peluches. Si entras en uno de los "bici - carriles", lo más probable es que los timbres de las bicicletas que resuenan desde lejos vayan a volverte sordo. Mi consejo: cuando guirías por las calles de Amsterdam, mira tu alrededor tres veces antes de cruzarlas.

Otro medio de transporte muy común allí son los botes presentes en la red espesa de los canales. Y qué no le sorprenda a nadie un chico vestido de color rosa dentro de su bote del mismo color, ni nubes que huelen a hierba llamada "María Juana" que aparecen cada tres pasos dados en un callejón, ni un anciano que habla inglés. Viva Amsterdam!

Después de una tarde impresionante que me regaló la capital holandesa, el día siguiente me desperté con mucha hambre y alegré mucho al ver toda la fruta, pasteles deliciosos y croissants que me sirvió para desayunar el personal del hotel. Lo disfruté mucho porque era consciente de que era mi último desayuno europeo y que dentro de poco me iba a esperar en mi plato por la mañana la comida muy distinta (no quiero decir que peor, simplemente distinta).

El primer detalle que me hizo pensar en que tuve que despedirme de Europa definitivamente era la gente que subió al avión a Panamá City, los latinos o gringos (en Mesoamérica así les llaman a todos los estadounidenses y como nosotros, los europeos nos parecemos a ellos, también nos llaman gringos, ni modo :) con sus mochilas llenas de mapas, guías turísticas y repelentes contra mosquitos, preparados para vivir la aventura de su vida. Para mí era algo totalmente increíble pasar la noche en vela y a medianoche (de horario europeo) poder disfrutar del sol! Después de once horas de vuelo por fin logré ver el Mar Caribe y la costa de Panamá. Tuve que correr para subir al otro avión a Guatemala City y cuando después de un par de horas puse mi pie en la tierra de una de las ciudades más peligrosas de Centroamérica sintiendo por lo menos mil de mariposas que volaban en mi estómago, suspiré con alivio. Por desgracia aquel alivio no duró mucho tiempo. Ocurrió que mi mochila no viajó conmigo, de una manera muy extraña se quedó en Berlín. No me pregunten porqué, no tengo ni idea. Lo único que puedo decir es que las líneas aéreas hacen con uno lo que quieran. Pero creo muy profundamente que nada pasa sin razón y que las casualidades no existen. Por la causa de la perdida de mi equipaje pasé tres días maravillosos en Guatemala City viviendo en casa de una familia que me apadrino y trató como si fuera su hija. Tuve la única oportunidad de entrar en la iglesia La Reco aunque estaba cerrada (con la ayuda de mi amigo a quien todo el mundo le conoce allí, entramos por la sacristía; eso no se lo dejan hacer a ningún turista :), participar en una de esas celebraciones religiosas muy importantes en la catedral metida en la multitud y arodeada por los operadores de cámaras de las cadenas de televisión guatemalteca, probar mi primer jugo de fresa y leche en una bolsa de plástico en El Mercado Central, escuchar los sonidos de marimba llamada "La Reina de La Selva" en la calle y pasar una tarde inolvidable en la ciudad a donde me gustaría volver un día - Antigua Guatemala. (Sobre ella voy a escribir algo más y eso es lo que haré en mi próxima entrada aquí).

A aquellos que leen mis relatos con atención les puede sorprender que escribí que mi viaje iba a durar catorce horas. Lo siento, nunca he sido buena en las matemáticas. En realidad mi viaje debería durar veinticinco horas pero como a mi destino le gusta mucho burlarse de mí y hacerme trampas, gracias a ello mi camino se alargó y alcancé mi destino final cuatro días más tarde de lo que originalmente planifiqué. Pero no lo arrepiento. Sin duda no fue un tiempo perdido. Todo pasa por algo. Lo que pasó, pasó porque yo quería vivir una aventura!

P.D. Sólo como dato: Señor Sergio de Copa Airlines me escribió hace unos días que lo sentía mucho por lo de la perdida de mi equipaje y que no fue capaz de encontrarlo. Una desorganización total! Qué su conciencia sufra un poco más, no le voy a decir que ya tengo mi querida maleta conmigo desde hace dos semanas, al menos no hoy :P

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